En los últimos años, cada vez es más habitual encontrarse con noticias acerca de estudios científicos y organismos internacionales que defienden la importancia de reducir el consumo de carne por el impacto que su producción tiene en el medio ambiente, pero también en nuestra propia salud. Numerosos científicos y médicos han alertado ya de la necesidad de modificar nuestros hábitos alimenticios, algo que cobra especial importancia en España, que es el segundo país de Europa donde se consume más carne y donde han aparecido más proyectos o ampliaciones de macrogranjas recientemente.
Entre las razones que se dan para alertar de las consecuencias negativas de la ganadería en el medio ambiente, se encuentra el hecho de que esta actividad es uno de los principales responsables del cambio climático. Esto se debe a que la cría masiva de vacas, cerdos, cabras, ovejas, etc., conlleva la producción de más gases de efecto invernadero que la industria del transporte. Por el contrario, la alimentación basada en vegetales reduce considerablemente las emisiones de CO2.
Además, los pastos plantados para alimentar a los animales que después acabarán en nuestros platos requieren el uso de grandes porciones de terreno, con todo el gasto de agua y combustible que esto conlleva, a lo que se une el uso de abundantes fertilizantes y pesticidas que contaminan el suelo. De igual manera, estas plantaciones a veces provocan la deforestación de bosques para obtener tierras donde sembrar cereal o soja para la ganadería.
Las generaciones más jóvenes se presentan como el motor de la “revolución alimentaria”, un cambio hacia una alimentación más sostenible, y son las que más están apostando por dar el salto a alternativas responsables y saludables, de menor impacto en nuestro entorno. La lucha contra la fuerte industria cárnica no es algo sencillo, y la clase política no parece tener la iniciativa para tomar medidas en este aspecto. Pero cada persona tiene en su mano el poder de ayudar al medio ambiente, y la alimentación es una de las posibles vías para hacerlo.
Hace más de un año, un grupo de más de una treintena de expertos de diferentes nacionalidades plantearon la transición de la dieta omnívora tradicional a una dieta flexitariana basada en alimentos de origen vegetal, que opcionalmente podría incluir pequeñas cantidades de pescado, carne o lácteos. A esta alimentación se la denominó “dieta de salud planetaria”, y el estudio fue publicado en la prestigiosa revista The Lancet.
El movimiento del veganismo o el vegetarianismo se ha extendido muy rápido en los últimos años, y no se trata de algo de moda, sino que su aparición se debe al incremento de esta preocupación por el medio ambiente, la salud, el sufrimiento de los animales y la sostenibilidad. Esta alimentación más basada en la ética que en las tendencias ya ha sido adoptada por personajes famosos como Ellen DeGeneres, Moby, Paul McCartney o Beyoncé. Pero no hace falta ser mundialmente conocido para demostrar que aún hay esperanza en la lucha contra el cambio climático y la contaminación. A continuación, te ofrecemos algunos consejos que te ayudarán a ti, pero también a tu entorno.
10 consejos prácticos para reducir el consumo de carne
1. Minimiza las porciones de alimentos de origen animal. Haz que la carne deje de ser el alimento principal de tu plato. Si la comes, introduce menos cantidad de este producto, y más de otros que normalmente utilizarías como complemento (ensalada, verduras asadas, arroz, etc.). De igual manera, reduce el consumo de lácteos, que no son imprescindibles y sus nutrientes también están presentes en alimentos de origen vegetal.
2. Organiza tu menú diario o semanal. Si planificas tu dieta, lograrás no recurrir a preparaciones rápidas cuando no tienes tiempo, como una hamburguesa, unas salchichas o cualquier producto procesado. Si organizas tu menú, tendrás algo preparado o pensado para esos días en que no puedes invertir mucho tiempo en la cocina. También es buena idea hacer una lista de la compra para saber qué necesitas y reducir gastos. No compres más de lo necesario, y así no tendrás que tirar a la basura aquello que no te vas a comer.
3. Busca información. La mayoría de productos de origen animal que compramos proceden de la ganadería intensiva o de macrogranjas. Documentales como Cowspiracy o Earthlings te aportarán datos interesantes sobre las consecuencias del consumo de carne. Informarte también te será útil a la hora de responder a comentarios como “comer carne es necesario” o “te van a faltar proteínas”; y a la hora de obtener argumentos para hablar a los demás acerca de los beneficios de las dietas basadas en vegetales total o parcialmente. Nadie puede cuestionar qué comes y qué no, así como tú no lo haces con los demás. Pero es importante que no reacciones con frases negativas ante quienes no comprenden tu forma de alimentarte, pues así afianzarás su punto de vista y no abrirán su mente hacia alternativas más sostenibles.
4. Incrementa tu ingesta de legumbres y frutos secos. Aunque no sean tu plato favorito, busca recetas de legumbres apetitosas para ti. Quizá sigas deseando un producto cárnico, pero nutricionalmente, las legumbres son una buena alternativa a la carne y te aportarán proteínas y fibra, además de que serán mucho más económicas. Más allá de los tradicionales guisos, existen muchas maneras de cocinar las legumbres, y si no te gusta invertir mucho tiempo en estas elaboraciones, puedes comprarlas en conserva. Si prefieres prepararlas por ti mismo, las lentejas son lo más rápido; y para ensaladas o tacos, los garbanzos o alubias son una buena elección. También es interesante que incluyas frutos secos en tu dieta. Algunos están presentes en bebidas vegetales, como la de almendras o avellanas, aunque su concentración suele ser muy pequeña. Si los tomas enteros, puedes tostarlos para darles más sabor, al horno, a la sartén, o incluso al microondas.
5. Innova. El paso hacia dietas vegetarianas o flexitarianas es una excusa perfecta para aprender a cocinar o para probar nuevos sabores. Por ejemplo, puedes elaborar tus propias hamburguesas vegetales, o adquirir alguna en el mercado como sustituto de la carne, aunque hay que tener en cuenta que habitualmente son productos muy procesados. Como acompañamiento, puedes utilizar aguacate, lechuga o alguna salsa. También puedes experimentar con diferentes especias que pueden aportar mucho sabor a tus comidas y que no tienen calorías ni exceso de grasas, de sal o de azúcar. No tengas miedo de añadirlas a todo tipo de platos. Para obtener ideas, puedes recurrir a algún influencer vegano o vegetariano en Youtube o Instagram, pero dale tu toque personal a tus elaboraciones y no te limites a imitar la alimentación de otros como si fueran un ejemplo perfecto.
6. Escoge alimentos de temporada. Aunque tengamos a nuestro alcance prácticamente cualquier fruta y verdura durante todo el año, la producción y el consumo de vegetales propios de otra época del año dejan una huella ecológica a tener en cuenta. Si optas por comprar alimentos de temporada, gastarás menos dinero y estos tendrán mejor sabor. Si estos productos son locales, mucho mejor.
7. Apuesta por el consumo ecológico. Las personas que se pasan a lo ecológico a menudo reducen también el consumo de productos derivados de animales. Precisamente, este mercado está estrechamente relacionado con la concienciación con el medio ambiente y las consecuencias de la ganadería, y la compra de este tipo de comida te ayudará a descubrir nuevos productos que no habrías probado de otra manera. Así, abrirás la mente hacia una amalgama de alimentos que antes desconocías, y prepararlos ante los demás también les hará interesarse por este mundo.
8. Si tienes hijos, exige menús de calidad en el colegio. Los comedores españoles abusan, habitualmente, de productos cárnicos, y cada vez son más los padres que reclaman un cambio hacia una alimentación sostenible para los más pequeños de la familia.
9. Participa en iniciativas para reclamar un menor consumo de carne. Organizaciones como Greenpeace han incentivado propuestas para pedir un modelo alimentario más responsable con el planeta y con la salud de sus habitantes. Un ejemplo es su recogida de firmas para frenar el impacto de la industria cárnica. También puedes participar en grupos de tu ciudad motivados por esta cuestión, cuyos miembros serán un apoyo, sobre todo cuando las personas de tu entorno no comprenden tu decisión.
10. Disfruta del proceso. No te marques el propósito de dejar de comer carne de un día para otro. Es mejor hacerlo de una forma más paulatina y a tu ritmo, sobre todo si eres de esas personas a las que les encanta la carne y no estás familiarizado con los productos veganos o vegetarianos. Así, disfrutarás más de todo este procedimiento en el que descubrirás muchos alimentos y sabores. Es preferible que comas carne en menor cantidad o cuanto tienes un antojo, a que dejes de hacerlo de repente y no sepas cómo afrontar la situación, algo que podría llevarte a volver al modelo alimentario anterior. Si mantienes la mente positiva y sabes que estás contribuyendo a un bien para el planeta, será mucho más fácil reducir el consumo de carne.