Los problemas medioambientales que hoy está sufriendo nuestro planeta tienen una causa muy clara: la forma en la que el ser humano produce y consume. No tenemos en cuenta que vivimos en un mundo con recursos limitados, vivimos como si dispusiéramos de recursos infinitos, y esto no está ligado únicamente a las grandes corporaciones que son, sin duda, las que más destrucción ocasionan.
Todos estamos involucrados, pues está en nuestra mano controlar qué consumimos, cuándo lo consumimos y por qué lo consumimos, para así poder reducir la demanda de bienes. La solución pasa por adoptar un nuevo estilo de vida basado en el consumo responsable.
¿Qué es el consumo responsable?
Consumo responsable es un concepto que defiende que los seres humanos deben cambiar sus hábitos de consumo ajustándolos a sus necesidades reales y a las del planeta, y escogiendo opciones que favorezcan el medio ambiente y la igualdad social.
Según Greenpeace, los criterios básicos del consumo responsable son: comercio local con bajas emisiones de dióxido de carbono (CO2) y la cercanía entre productores y consumidores; un proceso de producción respetuoso con el ambiente con uso nulo o mínimo de insumos químicos, promoción de la biodiversidad, prácticas de conservación de suelos, manejo sustentable del agua y mantenimiento de los ecosistemas así como la reducción de embalajes; un comercio justo y socialmente responsable que asegure el respeto de las culturas, buenas condiciones de trabajo y procesos de toma de decisiones incluyentes y democráticos, en una relación comercial basada en la transparencia.
¿Cómo puedo ser un consumidor responsable?
Ser consciente de la huella ecológica que dejas te hará darte cuenta de todos los hábitos que debes ir cambiando en tu día a día. Es necesario que desechemos la idea de comprar y tirar para convertirnos en consumidores responsables. Según un estudio realizado por la OCU y NESI, “el 73% de los españoles ya toman decisiones de consumo por motivos éticos o de sostenibilidad” pero todavía queda un camino muy largo por recorrer.
Para practicar un consumo responsable:
- Plantéate seriamente la cantidad de cosas que tienes y no necesitas. Algunas de las que sí necesitas son víctimas de la obsolescencia programada, pero otras muchas se pueden arreglar para que vuelvan a ser utilizadas.
- Reduce la cantidad de plástico que utilizas. Utiliza envases reutilizables de vidrio y haz la compra a granel. Utiliza bolsas de tela e invierte un poco más en productos no plásticos. A la larga la inversión inicial se revertirá en beneficios.
- Escoge los productos de Comercio Justo en todos los ámbitos. Hay una gran variedad de alternativas que seguramente desconoces, no solo en alimentación, también en productos de higiene, cosmética…
- Consume productos de proximidad ayudará a mejorar la economía del entorno en el que vives y conseguirás reducir el impacto medioambiental.
- Opta por las alternativas responsables, éticas y transparentes de sectores como la conectividad, la banca y la electricidad. La energía limpia es uno de los objetivos principales del consumo sostenible, evita el uso de combustibles fósiles siempre que puedas.
¿Cuáles son los principales beneficios derivados del consumo responsable?
- Apuesta por la igualdad. Cuando compras productos avalados con el sello de Comercio Justo, acudes a comercios locales o directamente al agricultor, contribuyes a crear un entorno equilibrado para todos los habitantes del planeta.
- Protección del medio ambiente y dejar a las generaciones venideras un entorno saludable. Ser un consumidor responsable no implica solo pensar en el estilo de vida que estás llevando en un momento dado, sino también pensar en las consecuencias que tus actos tendrán en un futuro.
- Ahorro. Un consumo responsable de recursos está relacionado con un ahorro económico. El ahorro de energía es una tarea indispensable que tenemos pendiente, y es que no solo beneficia a nuestra economía, sino que también contribuye al mantenimiento de nuestro entorno.
El mejor ejemplo de consumo responsable: la alimentación.
Los datos en este ámbito son desesperanzadores. Según datos de la FAO, en el mundo se desperdician al año 1.300 toneladas de alimentos, de las cuales 7.7 se desperdician en España, el equivalente a las siguientes cifras:
- Huella hídrica: en los alimentos desperdiciados se gasta tanta agua como 100 millones de piscinas olímpicas.
- Coste económico: el valor del desperdicio equivale al PIB de países como Suiza o Turquía.
- Huella de carbono: el desperdicio genera emisiones como 550.000 millones de coches al año.
- Uso de suelo: se dedica una superficie equivalente a 1.400 millones de campos de fútbol al desperdicio alimentario.
En el mundo se desperdician al año 1.300 toneladas de alimentos
Te dejamos algunos consejos para ser consumidor responsable en este ámbito:
- Planifica tu menú semanal.
- Haz una compra responsable: lleva tu lista y compra sólo lo que necesites.
- Establece un presupuesto. Tirar comida daña tu economía.
- Consume la comida por orden de entrada, la más antigua primero.
- Cocina solo lo que vayas a consumir.
- Aprovecha las sobras.
- Redistribuye y recicla.