obsolescencia programada
Medio ambiente

Descubre las consecuencias de la obsolescencia programada sobre el planeta

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Seguro que muchas veces has escuchado a tus abuelas o abuelos frases como: «cuando yo era joven las medias duraban años y mira ahora, se rompen sólo con mirarlas». O a tus padres hablar sobre lo que duraban los primeros teléfonos móviles, que se consideraban indestructibles. Pues bien, esa especie de evolución “a peor”, tiene que ver con la obsolescencia programada.

El término obsolescencia programada describe el fenómeno por el cual los productos (especialmente los tecnológicos) se fabrican con una vida útil limitada. Es decir, que están diseñados para fallar de una forma prematura o “morirse” a corto plazo.

El objetivo de la obsolescencia programada es vender un producto nuevo o una actualización de este. Esta práctica se ha prohibido ya en algunos países.

El origen de la obsolescencia programada se sitúa en 1924. Más concretamente en la industria automovilística estadounidense. ¿El artífice? Un ejecutivo de General Motors, que sugirió lanzar nuevos modelos cada año para así mantener las cifras de venta.

obsolescencia programada

El modelo de obsolescencia programada lleva afectando a numerosos productos desde hace décadas. Desde los ya mencionados automóviles, hasta la electrónica, teléfonos móviles o incluso lencería.

¿Qué tipos de obsolescencia programada existen?

Hay tres tipos de obsolescencia:

  • De función. Esta se da cuando sale al mercado un producto que ofrece características más avanzadas que los anteriores. Es decir, que presenta funciones nuevas.
  • De calidad. Aquí el producto, pasado un tiempo, empieza a fallar o presentar un mal funcionamiento en su uso.
  • De deseo. Se da cuando sale a la venta un producto nuevo. En este caso, las personas cambian el suyo por éste simplemente por cuestiones de moda o estilos.

La obsolescencia programada es un método que afecta a los consumidores no solo económicamente sino también de manera psicológica. Y es que hace que la mente entre en un bucle, en un círculo vicioso basado en comprar, usar, tirar y así sucesivamente. Llegamos a desear e incluso a comprar productos que no son una necesidad solamente por moda o porque nos hemos cansado del que ya tenemos.

Las empresas trabajan la obsolescencia programada y la planifican a través de mecanismos como una durabilidad planificada, actualizaciones de software, obsolescencia percibida o prevención de la reparación. Pueden utilizar todas estas formas o irlas combinando para conseguir que compres los productos una y otra vez.

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¿Qué ventajas y desventajas tiene la obsolescencia programada?

La principal ventaja de la obsolescencia programada la perciben las grandes empresas y los fabricantes de los productos. Supone un beneficio económico, ya que se permite aumentar las ventas año tras año e incentivar el consumo.

Es cierto que esto también supone un beneficio para la sociedad con una constante inversión de I+D+i. Pero también supone grandes desventajas.

La mayor desventaja de la obsolescencia programada es el daño que hace al medioambiente. Se generan toneladas de residuos y se produce una sobreexplotación de recursos. La acumulación de dichos residuos se traduce en un deterioro del medioambiente. Lo que supone un impacto negativo en el cambio climático.

Otra desventaja que quizás no se vea a simple vista es el daño que puede causar en los consumidores. La obsolescencia programada crea una dependencia y necesidad de consumir a las personas que puede generarles problemas económicos.

Las personas consumen sin necesidad de hacerlo simplemente por el hecho de estar a la moda o “actualizado” en la sociedad.

Sin embargo, hemos de ser conscientes que, si nuestro producto sigue funcionando, es innecesario e incluso absurdo gastarnos dinero en algo nuevo. Estamos perdiendo dinero en una cosa que no necesitamos y que podemos utilizar en algo que de verdad sí que pueda cubrir un deseo o necesidad.

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