El agua es el principal mecanismo por el que se pueden distinguir los efectos del cambio climático. La importancia de este elemento para la salud y la vida del planeta hace que, si se producen alteraciones en su ciclo natural, toda la vida se vea perjudicada. Ser consciente de los efectos que el cambio climático provoca sobre el agua es básico para su disminución. Debemos hacer hasta lo imposible por proteger este elemento que es de vital importancia para nuestra supervivencia.
Cabe la posibilidad de que, todavía, a estas alturas, muchas personas se pregunten por qué debemos conocer la relación que existe entre el ciclo del agua y el cambio climático. La respuesta es muy fácil y sencilla, ya que el agua es un elemento fundamental para nuestro ecosistema. De ella depende que podamos hacer funciones como beber, ducharnos, regar en el sector agrícola, dar de beber al sector ganadero, entre otras muchas actividades que son esenciales en el día a día. Asimismo, porque los océanos son grandes sumideros de CO2 y fomentan la modulación de las emisiones a la atmósfera. De esta manera, sostienen las temperaturas globales en el umbral necesario para que la vida de todos los seres vivos sea posible.
Conoce lo que es el cambio climático y el ciclo del agua
Para saber cómo afecta el cambio climático en el ciclo del agua es imprescindible saber el significado de ambos términos.
Cambio climático
El cambio climático consiste en una alteración global del clima de la Tierra. Esta modificación se produce por causas naturales y por la acción del ser humano. Sus consecuencias tienen impacto, sobre todo, en los parámetros climáticos: precipitaciones, temperaturas, etc.
Ciclo del agua
El ciclo del agua, también denominado ciclo hidrológico, es el procedimiento de transformación y circulación del agua en la Tierra. En ese contexto, es un proceso que consiste en trasladar el agua de un lugar a otro cambiando su estado físico, es de decir, pasa del estado líquido al gaseoso o sólido, y viceversa, dependiendo de las condiciones ambientales.
Mucha gente se preguntará ¿Pero qué relación hay entre todo esto? La respuesta es sencilla. El cambio climático se presenta por medio del agua mediante una variación de su ciclo natural. Cuando el clima experimenta una alteración, el ciclo hidrológico natural se ve afectado por esos cambios. Desde sequías hasta deshielo o aumento del nivel del son algunas de las consecuencias que este fenómeno provoca.
¿Qué efectos produce el cambio climático sobre el agua?
Si observamos el entorno que nos rodea, podemos percibir que el cambio climático es una realidad que afecta tanto a los seres vivos que habitamos en ella como a la Naturaleza. Sin olvidarnos del agua, uno de los elementos con más valor y preciados en el planeta pero que no pasa desapercibido ante esta problemática. De hecho, cada vez se agudizan más las consecuencias sobre este fenómeno. Por esta razón, a continuación, se detalla cómo afecta el cambio climático en el ciclo del agua.
Condiciones meteorológicas afectadas
La atmósfera evoluciona de manera constante, y depende de cada momento proporciona una situación meteorológica en cada momento. Hay ciertos acontecimientos que se consideran extremos, ya que no son habituales en un lugar o época del año concreta.
Estos extremos hacen referencia tanto al calor como al frío, a las lluvias intensas, a las sequías, a los fuertes vientos, huracanes, etc. y están ligados a un cierto grado de severidad, ya que tienen un impacto negativo sobre las zonas afectadas.
Cada vez son más las investigaciones, informes y estudios que informan y demuestran que el cambio climático produce efectos negativos. De hecho, según Andrés del Campo, presidente de la Federación Nacional de Comunidades de Regantes (FENACORE) y presidente de la Comunidad Euromediterránea de Regantes (EIC) el cambio climático llegará a reducir hasta un 10% la productividad de los cultivos y, al mismo tiempo, se agravarán los niveles de la desnutrición. Según la FAO, se debe aumenta la producción de Europa en un 40% antes del 2030 para abastecer a toda la población. Aunque hay lugares, como por ejemplo Polonia, que experimentan unos niveles muy agravados de sequía, situando la tierra cultivable seca en un 65%. Todo este se debe a que las precipitaciones son muy escasas y las temperaturas cálidas extremas han aumentado.
Por esta razón, según señalan los expertos, poner en marcha una serie de estrategias que busquen mitigar la sequia se ha convertido en una prioridad a nivel global en todo el planeta.
Océanos, glaciares y mares perjudicados
En cualquiera de sus estados, el agua dulce y salada es uno de los recursos imprescindibles sobre los que se basa el desarrollo de la sociedad. A medida que el clima sufre variaciones, también lo hace el agua y su intervención en los organismos vivos.
El deshielo de las capas polares es una de las consecuencias más graves que provoca el cambio climático y que guarda una relación directa con el ciclo del agua. Además, se ha convertido en una de las preocupaciones principales de la humanidad. Las más perjudicadas son las que cubren Groenlandia, Antártida y los principales glaciares del planeta. El 99% del agua dulce del planeta está congelada entre Groenlandia, el Ártico, la Antártida y en las regiones alpina, aunque se está derritiendo y circulando hacia los ríos y océanos. A medida que este hielo continental se funde, y lo está haciendo a pasos agigantados, aumenta el nivel del mar, lo que perjudica a millones de personas que habitan en las zonas costeras.
A este aumento, hay que sumarle la expansión térmica del agua. Es decir, al calentamiento global, una de las condiciones que más agrava que la temperatura de los océanos aumente y que el agua se disperse. En la actualidad, el ritmo de aumento del nivel del mar está por encima de los 3mm por año, llegando a superar los 10cm desde la década de los años noventa. Cuanto más se caliente el planeta y más velocidad tenga la fusión del hielo, más ascenderán estos niveles. Por esta razón, para evitarlo hay que tener cuidado con las emisiones de gases. Si el calentamiento global se mantiene por debajo de los 2ºC, el aumento del nivel del mar se situará en torno a los 50cm, y en el peor de los casos en 2m.
Calidad del agua en estado de alarma
El aumento del nivel del mar y el deshielo de los glaciares son posiblemente dos de las consecuencias del cambio climático que mejor ejemplifican la relación entre agua y cambio climático. Pero no son las únicas.
Esta relación también provocará modificaciones sobre los recursos hídricos. Es decir, que el cambio climático también interviene en la calidad del agua destinada al consumo humano. En este caso, desequilibra y dificulta su acceso y, el agua potable y los sistemas de saneamiento serán más complicados de obtener.
Además, según distintas previsiones basadas en el crecimiento humano se espera que para el 2050 la demanda de agua haya ascendido un 55%.
Por otro lado, las variaciones del ciclo del agua modificarán las precipitaciones incrementando la humedad del suelo, ya que se concentrarán de forma intensa en vez de producirse de manera uniforme. Esto implica que aumente el riesgo de situaciones peligrosas como son las inundaciones. Por esta razón, se pueden contaminar las aguas, ya que las inundaciones y riadas arrastran los materiales. Además, se pueden experimentar graves consecuencias en la flora y fauna. Asimismo, esto provocará un impacto en el escurrimiento, la evaporación, el vapor atmosférico y la temperatura del agua que tendrá como resultado condiciones y fenómenos más extremos.
Hablar de agua y cambio climático supone, por lo tanto, hacerlo sobre las consecuencias de una crisis que profundiza en los problemas de abastecimiento de agua en muchos zonas del planeta, debido a una creciente demanda que puede todavía aumentar más si no se ponen soluciones.
Adaptarse de manera efectiva al cambio climático pasa por una gestión de los recursos hídricos que permita desarrollar la resiliencia climática. Esta última es fundamental, a su vez, para la consecuencia de los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible de la Agenda 2030.
Contribuye con tu granito de arena
A continuación, se exponen algunos consejos que pueden ayudar a combatir el cambio climático desde tu hogar.
- Emplea el transporte público. Por cada litro de combustible que quema el motor de un vehículo, se libera una media de 2.5 kilos de CO2, según la Comisión Europea.
- Adquiere electrodomésticos eficientes para ahorrar energía.
- Aprovecha la luz natural
- Haz un buen uso del termostato, es decir, mantén las temperaturas adecuadas según la estación invernal en la que nos encontremos. La oscilación de dos 2ºC en invierno y en verano ahorra más de 600 kilos de dióxido de carbono por hogar al año.
- Instala bombillas LED. Apágalas cuando no sea necesario su uso.
- Minimiza el consumo de productos envasados. Puedes evitar la emisión de 1,100 kilos de CO2 si reduces tu basura en un 10%.
- Recicla. Es posible ahorrar más de 730 kilos de CO2 al año si reciclas la mitad de la basura que se produce en tu vivienda.
- Realiza un consumo responsable del agua. No olvides cerrar los grifos cuando no se utilicen, controla que no goteen. Lava con agua fría, te permitirá ahorrar 150 kilos de CO2. Lavavajillas y lavadora siempre llenos.
El agua es un recurso fundamental para nuestra vida diaria y para llevar a cabo la mayoría del desarrollo de las actividades. Por desgracia, es un bien que escasea, por lo que su demanda cada vez está en más aumento. Según datos expuestos por Unicef, 60 millones de niños viven en zonas que ya registran niveles bajos de acceso al agua y están en riesgo de sequías o inundaciones. Por esta razón, y para evitarlo, es aconsejable poner en práctica las recomendaciones detalladas con anterioridad. De esta forma, se pueden llegar a paliar el impacto del cambio climático.
No cabe duda de que la situación es grave y cada vez crece y avanza con más rapidez, lo que provoca consecuencias negativas muy importantes. Sé parte de la solución y no del problema. ¡Súmate al cambio!